¿Qué
es un texto sin palabras?
¿Qué
sería del sol sin la luna?
¿Qué
es uno del otro?
Parecerá
algo burdo, como una pintura que explota lo absurdo.
O
será algo ilógico, que cuestiona lo tangible.
Separados
vinimos y separados nos vamos,
sin
siquiera relacionarnos como hermanos, como las raíces y los prados.
Aunque
esta relación no ha de tener comparación,
como
el cielo no se compara al reflejo del universo en su esplendor.
Nos
educan y nos educamos,
nos
cuidan y nos cuidamos,
tal
como un ciclo que expone la madurez en la juventud,
y
la adultez en la vejez.
¿Qué
sería uno sin la sonrisa de ése señor?
Ése,
que te sostiene como la presión sostiene
la barcaza,
ése,
que te abre su alma en pena y te deja manipularla.
Él es mi Odiseo, mi arquetipo.
Él
es mi ídolo que seguiré hasta que el
mundo se torne gris
y
las industrias dejen de producir.
-Edgar Aranda
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