Brillo,
blanco.
Tenue,
negro.
Miradas
compactadas.
Miradas
distanciadas.
Te
vi, te sentí.
Y
rozaste un espacio,
el
del aire de la tierra,
ése,
que sólo tuyo implora tu tacto...
Algo
se avivó dentro, mas nada cambió…
Será
acaso una confusión, un enjambre haciendo implosión.
Tan
tuyo, tan propio, algo puesto a tu nombre.
Tal
como una película plasmada en un cristal…
¿O
era tan solo la percepción de tu esencia?
¿O
la imprudencia de no vivir lo tan anhelado?
Creo
que al final no fue lo tan esperado,
tal
como el invierno espera al verano.
Pues
no cambiaste nada, no fuiste más que una corazonada.
Una
corazonada que salvó la llama,
y la haría perdurar hasta que el invierno se
avecinara…
-Edgar Aranda
0 comentarios:
Publicar un comentario