Vive
dentro de todos,
esperando
a que la llamemos.
Puede
ser y venir de mil maneras,
como
el dolor se presenta en diversas penas.
La
tomamos como una madre,
que
al tocarnos abre la tierra,
y
nos deja amamantarnos…
La
vemos como el final,
sin
tomar en cuenta de que de ella venimos,
y
de ella morimos…
Para
unos puede ser la única e inigualable,
pero
para otros es mera desdicha y mera barrera.
Unos
la adoran,
y
otros la evitan.
Yo
la espero,
preguntando
lo mismo.
¿Por
qué le tememos?,
¿qué
es uno sin ella?
-Edgar Aranda
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